El CaserÃo
El impresionante caserío de Castaño del Robledo se caracteriza estructuralmente por contar con una planta más doblado y, donde el desnivel lo permite, sótano con entrada independiente desde la calle; también hay algunas casas que incluyen una solana, una especie de gran terraza usada como secadero.
Las cubiertas son a dos aguas con teja cerámica soportada por forjados de madera con rollizo y tablazón. Debido a la pendiente de la mayoría de las calles, las casas combinan las alturas con aleros paralelos a la pendiente de la calle y con aleros horizontales dentro del mismo frente de manzana.
Predomina el macizo sobre el hueco en las fachadas, y son características algunas viviendas con ventanas salideras con sus respectivas rejas. En el doblado suele habilitarse una ventana pequeña que, normalmente, está centrada respecto al acceso principal.
Los acabados de las fachadas característicos son enfoscados encalados hasta el suelo que en algunos casos se han ido sustituyendo por zócalos a la tirolesa y de aplacados cerámicos. Los aleros son sencillos, vuelan sobre el plano de fachada sin molduras. También es característico que los aleros vuelen sobre la fachada soportados por el forjado de madera de la cubierta. La carpintería es de madera y con colores oscuros. Hay que destacar la importancia de los pavimentos empedrados.
Entre las numerosas casas de relevante interés arquitectónico, destacan una, con portada de tradición mudéjar y ventana esquinera con doble vano, del siglo XVI (calle José Sánchez Calvo, 20) y otra del siglo XVIII en la que, tras una restauración, ha vuelto a mostrar la policromía original (calle Real, 11).
Una interesante vista panorámica de las solanas se aprecia desde el lateral norte de la iglesia parroquial, por encima del Callejón de Las Brujas, en la Plaza del Álamo.